Queremos dedicar esta entrada del blog a esas técnicas, hábitos, trucos… que nuestros clientes aplican a la gestión diaria de sus almacenes y tienen un impacto positivo en su productividad y nivel de servicio que ofrecen.
Sin mostrar ningún secreto industrial, en nuestros años de experiencia en el sector hemos identificado estrategias comunes en las empresas con mejores resultados en la organización y gestión de sus almacenes:
1. Orden, limpieza, instrucciones y procedimientos, seguridad y comunicación.
Que la mercancía almacenada esté siempre en una misma ubicación al final de cada jornada de trabajo, una descripción clara de las tareas de cada puesto de trabajo, una cultura que prime la seguridad o un entorno en el que se valore la disciplina y la transparencia en la comunicación entre mandos y empleados, son signos de identidad de almacenes bien gestionados.
2. Organización óptima de los productos y mercancías dentro del almacén.
Tener claro el sistema de priorización de entradas y salidas, FIFO o LIFO, desde la apertura del almacén, ahorra muchos problemas a medio y largo plazo. Otro aspecto distintivo es la división del almacén en sectores según la rotación o el volumen de los artículos o atendiendo a la regla ABC. Siendo constantes y disciplinados se puede calcular la cantidad óptima y la ubicación más idónea para cada producto en las estanterías, reduciendo el esfuerzo y los tiempos de entrada y/o preparación de pedidos.
3. Estructuras adaptadas a las necesidades reales.
Disponer de las estanterías adecuadas en tamaño, capacidad de carga, materiales, diseño… es otra buena práctica común. También es de vital importancia, trabajar de forma coordinada con un proveedor que ofrezca soluciones adaptadas a la evolución del almacén, sustituyendo las estanterías obsoletas o que no se adaptan al peso o volumen de los nuevos productos o necesidades.
4. Establecer objetivos, medición, evaluación de resultados y propuestas de mejora.
Sin unos objetivos bien definidos no sabemos si estamos trabajando en la dirección correcta, y sin mecanismos de control no podemos medir el desempeño y saber si estamos haciendo las tareas correctas en el momento correcto.
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