Actualmente, todos los sectores cuentan con una amplia diversidad de cadenas de distribución para sus mercancías. Las empresas tienen la necesidad de ser altamente competitivas desde el inicio de cualquier proceso logístico. Este comienzo en la fase de distribución es lo que se conoce en logística como la “primera milla”, término derivado del contrapuesto “última milla”, donde se realiza la entrega del producto al consumidor final.
Por tanto, una buena gestión de la primera milla debe contemplar la adopción de las estrategias adecuadas para la preparación, el empaquetado, la expedición y el trasporte del producto para que sea enviado de la mejor forma y en el menor tiempo posibles. Esto implica necesariamente un análisis cuidadoso de los procesos y operaciones intervinientes, en cuyo origen debe situarse un eficiente sistema de almacenamiento.
Un correcto diseño de la operativa de almacenaje ayudará a la gestión productiva de la primera milla. Por ello, el análisis previo de las necesidades de almacenamiento y los sistemas de trabajo, resulta básico para dimensionar y configurar de forma productiva el sistema de estanterías del almacén.
En este post, os detallamos algunos de los puntos a tener en cuenta para conseguir una primera milla efectiva.
A) Preparación del pedido. El pedido se debe preparar siguiendo un protocolo determinado en función del tipo de mercancía y del sistema de expedición empleado. Ausencia de errores y rapidez del proceso son requisitos fundamentales para generar valor diferencial en la gestión de picking, como apuntábamos en un post anterior.
B) Empaquetado. Conviene recordar que es esencial evitar cualquier daño al producto durante las actividades de preparación del pedido dentro del circuito interno del almacén. La manipulación profesional es obligada en esta fase de la primera milla logística.
C) Transporte inicial. La “carga en el camión” de la mercancía en perfecto estado, junto con la validación de los datos de tránsito logístico requeridos para el traslado sin incidencias a la dirección de destino. Este proceso requiere especial atención, pues conlleva dos fases diferenciadas:
- La organización de la mercancía dentro del sistema de transporte para que las entregas se produzcan sin problemas y en el orden establecido.
- La validación del etiquetado en la ruta logística, comprobando que cada carga vaya en el sistema de envío requerido y no en otro. Muchos de los envíos que “fallan” vienen derivados de una mala praxis en esta fase concreta.
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No obstante, pese a cuidar los procesos descritos, en ocasiones podemos encontrarnos con situaciones que derivan en incidencias:
- Alto volumen de pedidos. Por causas de estacionalidad o coyunturas internas, el almacén puede ver excedida su carga de trabajo habitual, derivándose de ello una mayor posibilidad de error por cuestión meramente estadística. Esta situación requiere una mayor dedicación en las tareas logísticas y máxima atención en los procesos de picking y preparación de pedidos.
- Datos erróneos de pedido/mercancía/cliente. La existencia de errores en la información del pedido o la entrega es un problema recurrente en todo proceso logístico. En términos de “primera milla” es fundamental disponer de un proceso de validación de datos eficaz, en prevención de incidencias posteriores.
- Servicio a Validar. Conviene recordar que el error humano está presente incluso en los procesos donde la eficacia es un “Requisito Obligatorio”.
Los protocolos de actuación ayudan en la mayoría de las ocasiones a prevenir o solucionar rápidamente problemas inesperados. Tener una categorización de protocolos en toda la cadena logística será fundamental para gestionar con éxito la salida de mercancía desde el almacén.
Como conclusión, la buena gestión de la primera milla debe estar entre los principales objetivos de todo almacén y proceso logístico, ya que aporta un escenario de certidumbre, reduciendo riesgos y costes indeseados.
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